El pasado martes día 26 de noviembre salimos a las calles de Madrid a protagonizar una nueva estrategia: poner a prueba el conocimiento del vino en los jóvenes.

 

¿Cómo? Muy fácil: relacionándolo con la comida. El test constaba de varias preguntas relacionadas con distintos tipos de comidas, las cuales sólo se toman con un tipo específico de vino. 

 

Por ejemplo, los sabores intensos como las carnes rojas o el queso se deben tomar con un vino tinto. Los sabores suaves, tales como el marisco o el pescado, normalmente se acompañan de un buen vino blanco, dejando para el final el vino rosado, que se suele tomar con aperitivos u otros sabores también finos y suaves al paladar, como las pastas rellenas o el jamón crudo.

 

Los resultados fueron bastante dispares, pero lógicos: las personas que fueron víctimas de nuestro exámen más jóvenes, tenían un margen de acierto bastante pequeño, mientras que los más entendidos en vinos se encontraban a partir de los 25 años.